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Ilusión, Educación y Motivación.

Fue durante una mañana de Verano de 1970 o 1971, en un barrio de trabajadores de las afueras de Madrid, cuando aquel chico de 12 años bajó las escaleras de aquel tercer piso sin ascensor para reunirse con los amigos de su bloque que, durante largas horas,  permanecían sentados en las escaleras de acceso al portal.

Era lunes y, como todas las semanas, cambiaban la programación de los cinco cines del barrio que, en sesión continua, mantenían la ilusión y el ocio de miles de espectadores de esa época.

El chico preguntó a sus amigos de siempre: “¿Os venís a ver qué ponen en el Florida?”. (Este cine distaba tan sólo tres bloques más allá del suyo, el más cercano).

Y por primera vez en todos esos años de aficionado a las películas, sus antiguos compañeros le contestaron con una rotunda negativa. Durante unos segundos no supo que hacer y dejó que su cuerpo fuera a sentarse junto a ellos.

Allí no les podía prestar atención, sus pensamientos bullían azorados y  su estómago gestaba una inquietud  casi dolorosa.

Y no podía permanecer durante más tiempo en esa situación.

Ilusión y educación. Motivación

Ilusión y educación

Aún así, se armó de valor y tragándose algún sapo bien gordo, les volvió a preguntar. ¡Y en qué momento!

Esa nueva pregunta sirvió para que,  los que pronto dejarían de ser sus amigos, comenzaran una carnavalesca ronda de menosprecios y puyas hirientes, haciendo un incipiente alarde de ese grotesco y muy español sentido del humor donde durante unos minutos (que se pueden alargar) cualquiera se convierte  en víctima del ataque “gracioso” de aquellos que se creen superiores.

Aquella fue la gota que colmó el vaso, el chico se levantó y, sin decir una palabra, se dirigió hacia el cine donde crecería y aprendería mucho más que en las incompletas clases del Instituto Nacional de Bachillerato.

Y esa acción le cambió la vida.

Y ¿sabéis qué es lo que hoy recuerda ese muchacho de todo esto? Que no volvió la cabeza atrás en ningún momento. Que, durante aquel camino que hizo hacia la sala cinematográfica, fue acompañado por una brisa fresca con olor a eucaliptos que le hacía sentir ligero, como que volaba.

Y esa sensación de volar es la que le ha acompañado durante casi toda su vida, y es la que le ha servido para salir de pozos profundos y oscuros cuando lo ha necesitado…

A veces me pregunto que qué fue lo que le permitió a ese muchacho salir de esa dinámica juvenil yerma, de ese agujero, de ese barrio, y no tengo la respuesta exacta, quizá haya muchas, o ninguna.

El destino, los genes, una misión,…, ¡quién sabe!

Lo que si recuerdo es que sus progenitores eran también diferentes, inusuales, infrecuentes, para un momento donde los padres de sus amigos veían fútbol y compraban sus utilitarios a plazos, y convertían al bar en su segundo (o primer ) hogar, y donde todos ya habían puesto muchos cerrojos a sus puertas porque creían que tenían muchas posesiones.

Los padres de este muchacho no hacían estas cosas, ellos compraban cuando tenían el dinero y se dedicaban a ahorrar para la educación de sus hijos. El padre, extraño él, oía zarzuela y ópera a diario, además cantaba acompañándose  de los discos de vinilo que compraba de tarde en tarde y recuerdo que podía zamparse una novela en dos días.

Su mamá, un poco estrambótica quizá, escuchaba música clásica también a menudo, le gustaba en particular el Romanticismo, y cantaba, como casi todas las amas de casa de esas épocas, acompañando a la radio.

Posiblemente, ese microcosmos hizo su trabajo en la capacidad de auto motivación y coraje de este joven, máxime si se tiene en cuenta que en el piso de la familia existía una buena biblioteca y se hacían esfuerzos económicos para ampliarla.

¿O fue el amor de la madre por el misticismo y la poesía del Siglo de Oro la que le hizo ver “más allá”? Aún hoy, cuarenta y cinco años más tarde,  el protagonista de esta historia aún recuerda los versos de Santa Teresa de Jesús y de Lope de Vega que su madre le recitaba de memoria en el momento más inesperado o incluso inoportuno.

Motivación e ilusiónMuchas veces me preguntan qué es la motivación.

En qué consiste la ilusión, dónde nace, cómo se aprende y yo respondo que no lo sé, o que se lo pregunten a aquel chico que salió de la atmósfera nociva, de aquella zona de confort, para conocer algo más, para conseguir su sueño.

Y ante esas preguntas, hoy lo vuelvo a repetir, y digo que se lo pregunten a tantos y tantos chicos y chichas, a tantos jóvenes que están haciendo lo mismo por conseguir sus metas, aunque no lo veamos en las noticias, aunque los diarios no se interesen, porque es ahí donde está el futuro, en su presente.

(Dedicado a todos los integrantes de La Akademia en Madrid, a los participantes y a los colegas, y en especial a su directora, Piedad Castellanos, que me dio la oportunidad de colaborar en este maravilloso espacio)

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